sábado, 30 de agosto de 2014

RESEÑA: Si la paredes hablaran de Javier Correa

Título: Si las paredes hablaran
Autor: Javier Correa Correa
Editado por Universidad Central





Sin duda Bogotá coquetea con las personas que buscamos historias. En el centro de la ciudad abundan edificaciones antiguas que, aunque no dicen nada, despiertan la imaginación de los nostálgicos que se preguntan por épocas pasadas ¿Qué habrá sucedido en esta calle a principios del siglo pasado? ¿Cómo habrán vivido esos capitalinos de antaño? La novela Si las paredes hablaran de Javier Correa satisface la sed de Bogotá por conocer su pasado. Cuenta la historia de los habitantes del primer edificio con ascensor en la capital y los narradores son sus propios protagonistas.  Con un estilo ágil, Javier Correa entra y sale de los personajes, así como a sus apartamentos, para exponer qué es lo que sucede al interior de su intimidad y sus paredes.

Felipe González Toledo, periodista de pluma fina, encontraría en esta novela un lamento por la Bogotá que se despide. Aquellos edificios que modernizaron Bogotá a principios del siglo XX fueron derrumbados hacia los años 80 porque esa modernidad que mostraban comenzó a oler a viejo. Las vidas de los personajes de Si las paredes hablaran se encuentran amenazadas por una nueva modernidad, por edificios que prometen futuro a la ciudad ¿Qué hacemos entonces con nuestro pasado?, se preguntan ellos. Unos quizá puedan obtener ese futuro que se les ha prometido, otros tendrán que enterrarse en el pasado en que se han inmovilizado. Por eso, la novela transcurre en una época ambigua, pues aún arrastra los valores tradicionales de los capitalinos, pero ya se vislumbra la falta de pudor que caracteriza la moral de nuestros días.

Para la vieja Bernardina este edificio es su vida, no sólo porque allí ha transcurrido gran parte de sus años, también porque con él se aferra a su esposo muerto, Luis López de Santamaría, quien construyó el edificio con sus conocimientos arquitectónicos adquiridos en Europa. Su reto es conservar la construcción como patrimonio histórico ante el progreso que amenaza con demasiadas promesas para otros que aún no han nacido. Los recuerdos emergen en cada rincón del edificio. Amaranta, la cuarentona que arrienda uno de los apartamentos, cuenta las tragedias que la han dejado en la soledad. Ésta soledad, característica de la dinámica bogotana, se entreteje con otras soledades que recorren el edificio.


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