La literatura ecuatoriana y las calles de Quito son una escuela de ladrones. Este es mi paso por Ecuador, aprendo a viajar sin pagar y comer en la mesa de los marginados. Bienvenidos al Proyecto Viaje Literario a Suramérica.
Acampaba
en las montañas del norte de Ecuador cuando conocí a Jeremías. Él me dice
que ha viajado desde Canadá aprendiendo a vivir sin pagar nada ¿Quieres
aprender?
Me sonríe y comienza a explicar cómo puedo subirme a los camiones sin
que los conductores se den cuenta, cómo obtener comida en los supermercados sin
ser detectado por las cámaras. Quizá Jeremías asistió a una escuela de ladrones
como lo hizo el protagonista de la novela con la que conocí la ciudad de Quito.
Raffles
Manos de Seda es la
primera novela ecuatoriana que leo. Escrita por Eliécer Cárdenas, la novela es
un libro de educación anarquista ¿Cuándo es correcto robar? El protagonista es
el Robin Hood ecuatoriano, roba a los ricos para darle a los pobres
Raffles
nace entre la miseria de una familia que apenas puede comer gracias al padre,
un honrado sastre. Los sufrimientos de la pobreza convencen a Raffles de
convertirse en un ladrón. Un ratero que se viste con los mejores trajes y no
acapara sus ganancias para su propio estomago. Raffles sabe que dar limosna es
la manera en que el rico se limpia la culpa; mejor es la solidaridad con el
hambriento. La novela cuenta, entonces, las aventuras de un bandolero que logra
dominar la ciudad de Quito y famoso se hace entre los pobres que comienzan a
orar por sus favores.
Portada de la novela Raffles, manos de seda. |
La ciudad
de Raffles es la misma ciudad que camino hoy. Quito es una ciudad para los
marginados. Esto me ha dicho Jota, un bogotano que vive en Quito hace varios
meses. Me dice: pille, un billete de cinco mil pesos colombianos se gasta
rápido, se rompe de una, pero cinco dólares sirven aquí para vivir bien.
Jota y
yo caminamos por las calles de La Mariscal, barrio al que los locales conocen
como gringolandia porque llegan todos los turistas. Pero no sólo hay gringos,
también hay hindúes, chinos, argentinos, franceses, italianos. Jota afirma que
todos vienen buscando la oportunidad que su respectivo país no les ofreció,
montan su negocio y se quedan. Jota se va a trabajar como jalador de un bar y
yo me siento a leer la novela.
Las
calles y la historia de Quito son bien descritas por Eliécer Cárdenas. Las
aventuras del bandolero Raffles comienzan desde su nacimiento. Nada más nacer y
roba el pendiente de la partera. Años después comprende que las escuelas son centros
represivos y no encontra mejor manera de arreglarlo que robar las medallas con
que se honra a los buenos estudiantes y repartirlas en los pasillos.
Siendo
adulto, Raffles conquista la ciudad de Quito gracias a la sutileza de sus manos.
La policía lo busca día y noche. Así la novelita se torna detectivesca, pero
limpia de imágenes negras de violencia
.
Termino
la novela bebiendo una cerveza en un bar paquistaní de las calles de Quito. La
soledad luego de terminar un libro es abismal. Pedí otra cerveza en la barra. Y
el barman me invita a una cena con su familia pakistaní. Compartimos panes y
guisos picantes. Ellos habían migrado hace años y Quito los acogió. Yo me
despedí, debo seguir migrando.
El hostal en que dormí una semana. |
Esta entrada es una reseña del libro:
Raffles, manos de seda, de Eliécer Cárdenas.
Editorial Eskeletra.
173 páginas.
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