El filósofo y escritor estadounidense, Henry David Thoreau, famoso por llevar una vida en los bosques y por proclamar la desobediencia civil, te ofrece consejos vitales: conviértete en un inútil, no escuches a tus mayores, alégrate si los negocios quiebran.
La filosofía de Henry David Thoreau se resume en ésta
pregunta, ¿para qué quieres ganar el mundo si vas a perder tu alma? ¿Para qué
quieres millones de dólares si no sabes jugar con un perrito?
Los siguientes consejos han sido extraídos del libro Cartas a un buscador de sí mismo. Un
amigo de Thoreau le escribe una carta preguntándo por cómo vivir una vida
verdadera, lejos de la sociedad y sus engaños. Las numerosas cartas con que
responde Thoreau son el retrato de una amistad filosófica. He aquí parte de
ésta sabiduría.
Conviértete en un inútil.
La gente útil se preocupa por convertirse en herramientas
que los demás utilizan a su antojo ¿Qué clase de estúpido cree que esto es
bueno? “¿Qué clase de loco quiere hacer el bien en lugar de ocuparse de su
propia vida, que es en lo que debería centrarse?”
Así como las fábricas de ropa hacen abrigos sin pensar en
tus medidas, el mundo abre caminos sin pensar en ti. “Los caminos del mundo son
los caminos del diablo”. El diablo te sentará en una oficina, llenará tu tiempo
de ocupaciones triviales y tu lista de amigos de gente estúpida.
Pero has llegado a ser una persona útil y eso le encanta a
la gente, porque llenas sus bolsillos. Eres un subordinado incapaz de tener
deseos propios. Bueno, si los tienes, serán los mismos deseos de un animal:
trabajar para comer, dormir y reproducirte ¿Y no te olvidas de las necesidades
del intelecto? “Qué rápido nos disponemos a calmar el hambre y la sed de
nuestros cuerpos ¡Y cómo nos demoramos en calmar el hambre y la sed de nuestra
alma!”
Si no quieres ser un animal, conviértete en un inútil. No te
ocupes de la vida de los demás, ocúpate de tu propia vida. Es mejor dedicar la
vida a algo perdurable y no a las trivialidades con que la mayoría de la
sociedad desgasta su cuerpo y pierde su alma.
No leas los periódicos, lee la eternidad.
Thoreau es un experto en lo cercano: en las verduras que
cultiva, en los lápices que talla, en la tierra que pisa. En cambio, los
periódicos y los noticieros nos hacen expertos en la lejanía: las guerras de
otros continentes, sus exóticas costumbres.
Si no eres capaz de conducir tu propia vida ¿para qué
quieres noticias de vidas estúpidas? ¿Para qué te llenas la boca conversando
sobre las noticias de ayer? No eres un sabio, tampoco te importan aquellos que
mueren. Abandona tu vanidad y piensa en qué es lo que te rodea.
“Si las palabras fueron inventadas para ocultar el
pensamiento, creo que los periódicos son un gran paso adelante en la historia
de ese invento nefasto.”
No escuches a tus mayores.
Puesto que la vida no tiene instrucciones, vamos puerta a
puerta pidiendo consejos; pero ¿para qué quieres el consejo de una persona que
ha fracasado miserablemente?
Por supuesto, el anciano (o el vecino) señala un camino
sencillo pero erróneo. Antes de dirigirte inexorablemente al fracaso por oír
consejos de otros, mejor escucha que tu interior dicta cómo debes comportarte.
El fracaso no da autoridad a nadie, pues se trata de una
experiencia imprescindible y común a todos; así que consejos sólo acepto de
quien trasciende el fracaso y ha aprendido a esculpirse a sí mismo. “El hombre
bueno se esculpe a sí mismo; el malo se destruye a sí mismo.”
Alégrate si los negocios quiebran.
Las noticias de los hundimientos financieros son tan
estimulantes como el olor de los sauces en primavera. Al menos eso cree
Thoreau, que ve signos de que el Señor reina en la tierra cuando ve negocios
fracasados. “Si se deja sin empleo a miles quiere decir que no estaban bien
empleados.”
Los hombres han creído que el dinero es la salvación a sus
múltiples males. Si te enorgulleces de tu abundancia de dinero eres como un
hombre luchando por no ahogarse en medio del océano, con una bolsa de oro a la
espalda. Puedes gritar: ¡Valgo cientos de miles de dolares! Pero te hundirás, a
menos que sueltes la bolsa.
No seas un misántropo.
Henry David Thoreau se aislaba en los bosques por años y
todas las tardes realizaba solitarias caminatas por las montañas, sin embargo,
no era un devoto al odio contra la humanidad.
Aunque los doctores lo diagnosticaron con problemas de sociabilidad, él
mismo se definía como un hombre amigable. De hecho, creaba lazos de profunda
intimidad con sus amigos.
“En aquello que más le importe, no piense que dispone de
compañeros de viaje”. Si alguien ubica sus metas en lo más alto, no todos
quieren acompañarlo a su gloria. Por supuesto toda compañía es una alegría,
pero las multitudes no suelen ascender a las cumbres. “No es que amemos estar
solos, sino que amamos llegar muy alto, y cuando lo hacemos, la compañía se
vuelve cada vez más escasa, hasta que desaparece.”
Podrás quemar al indio, pero no a su valentía
En las ciudades son miles los cobardes que no se arriesgan a
llevar la vida que desean. Es como si se
arrodillaran a un monstruo que no saben ubicar, pero “lo realmente monstruoso
es nuestra cobardía.”
Ser valiente es buscar una vida auténtica. No hace falta una
conversión al cristianismo, es suficiente con abandonar las falsedades y crear
nuevos hábitos. Algunos dirán que esa tierra inexplorada es demasiado peligrosa
y Thoreau pregunta “¿Qué sentido tiene seguir firmemente los viejos caminos?”
Por supuesto, si eres un derrotado hasta la luna es un lugar
trivial para ti. Si consigues llegar, querrás dormir y ceder, como haces con
todo.
¿No sabes a dónde vas? ¿Qué es lo nuevo y auténtico?
¡Perfecto! “No hagas aquello que veas muy claro”.
No cumplas tus sueños, trabaja.
Deja de pensar que los sueños son fantasías. Mejor tómalos
por realidades concretas, incluso como el motor mismo de la realidad. “¿Por qué
pensar que los sueños no son más que polvo y cenizas, pensamientos
desintegrados y decrépitos, y no pensamientos que siguen un patrón musical,
como un sistema que busca organizarse?”
No cumplas tus sueños, conviértelos en una disciplina. El
trabajo no sólo es disciplina de control, también tiene la noble tarea de
servirnos como escalera para llegar más alto. Solo vale la pena “trabajar en aquello que es
superior a nosotros mismos”. Si es así, ¿por qué realizamos trabajos humildes o
aborrecibles? Si buscas que te pisen los demás, pues trabaja como hormiga y
entonces tendrás la dignidad de un insecto.
Henry David Thoreau apuesta por un pensamiento libre sin
separarlo de la práctica de una vida auténtica. Para ello, hay que tener la
valentía de escuchar el propio interior y, de acuerdo a esa música, definirse a
sí mismo. Estos son los esbozos para crear una ética alternativa al capitalismo
industrial, floreciente en la época de Thoreau.
Esta entrada corresponde a una reseña del libro
Cartas a un buscador de sí mismo, de Henry David Thoreau
Publicado por Editorial Errata Naturae
168 páginas
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