Medellín NO es Fernando González ~ Mardoquea

Fernando González Ochoa es un escritor para pubertos y la literatura colombiana no se detiene en el premio nobel de hace décadas. El Proyecto Viaje Literario a Suramérica ha llegado a Medellin, una ciudad literaria.

Un librero antioqueño me gritó que Fernando González Ochoa es literatura para pubertos, que el mejor cuentista en Medellín es Óscar Castro García. Así reaccionó luego de que le expliqué mi Proyecto Viaje Literario a Suramérica ¿Cómo no confiar en un viejo barbado que pasa su vida entre libros?

Pues bien, el viejo se equivocó, ese libro que me recomendó es una serie de descripciones etéreas que no ubican al lector en ninguna situación concreta. Para satisfacer mi propósito de encontrar autores novedosos, tuve que investigar entre los ganadores de premios literarios en la ciudad de Medellín.

Saúl Álvarez Lara es escritor. Pero también pintor, ilustrador, editor, diseñador. En 2001, fue impreso su primer libro como ganador del V Concurso Literario Cámara de Comercio de Medellín. Desde entonces ha publicado novelas y libros de cuentos. Su primer libro, Recuentos, contiene 10 historias, escritas por una pluma ya madura, que narran escenas cotidianas trastocadas por suaves pinceladas de ficción.

En “Todo parece milagroso, hasta las vírgenes”, cinco personajes cuentan el mismo evento. Una familia insiste a la Virgen de la Piedra para que conceda un milagro, la curación del padre enfermo. La hermana mayor, borracha de catolicismo, cree que su deber con su padre es pegar velas a los pies de una imagen; el resto de la familia no cree lo mismo. Con un excelente humor, Álvarez Lara muestra que los milagros no son hechos por los dioses, sino por los ladrones que bajan de la comuna.

Dos de los cuentos te mantienen en suspenso hasta el final. “El albúm” son dos historias contadas simultáneamente que logran el ambiente de una película de terror. Una mujer autoritaria se obsesiona con registrar en fotografías cada momento feliz de su familia, a tal punto que el margen de libertad de sus hijos es el marco de una fotografía, donde la madre es siempre el centro de atención. Años después, un hombre encontrará un albúm en una habitación oculta de su nueva casa.

El segundo cuento de suspenso, “La lotería está en cualquier parte”, es un hombre que corre tras los números. Jota es un apostador que persigue, despierto y dormido, a una mujer que conoció en sus sueños y le señaló el número ganador de la lotería. ¿Quién es esa mujer misteriosa? La persecución atraviesa las estaciones del metro de Medellín y, para mí, ha sido hermoso leer esto estando de visita por la ciudad. A tal punto que los diálogos sonaban dentro de mi cabeza con acento paisa.

Saúl Álvarez Lara convierte escenas cotidianas en pequeños monstruos de ficción. Una pareja espera a que enciendan las luces del teatro luego de la película, las luces nunca se encienden y el operador del cine, poco a poco, se convierte en una metáfora del gran hermano (“Que la función comience”). Un hombre recibe una invitación a celebrar su cumpleaños de parte de una organización desconocida (“La invitación”). Y el más divertido de todos, un funeral se convierte en un campo de batalla luego de que los deudos se enteran que el difunto mantenía tres familias igual de legítimas (“Ya no quedan hombre así”).

Una vez comencé a leer Recuentos de Saúl Álvarez Lara, quedé enganchado a ese estilo gracioso y cinematográfico, con manejo de la exageración (un bar tan antiguo como “la alegría de festejar y conversar con los amigos”). Basta con el primer párrafo para sumergir al lector en los problemas de los personajes: dos jóvenes obligados a robar, una familia con un padre enfermo, un apostador que sueña siempre con el mismo número, un artista que tiene un futuro asegurado.

Sin duda, Medellín es una ciudad literaria y me bastó visitar sus bibliotecas para acceder a la identidad de esta región. El libro Recuentos lo encontré fácilmente en la BibliotecaPública Piloto. Estoy comenzando a creer que este viaje es turismo de bibliotecas.